El secreto de la buena vida

“No hay tiempo, la vida es demasiado breve para peleas, disculpas, enemistados, o exigencias de rendir cuentas. Solo hay tiempo, y por así decirlo tan solo un instante, para amar.” (Mark Twain)

El Gran Estudio:

La investigación realizada por Harvard sobre el Desarrollo del Adulto, es quizás el estudio más largo jamás llevado a cabo. Durante 75 años ha hecho el seguimiento de las vidas de 724 hombres y aún continúa de forma ampliada incluyendo a los hijos y esposas de éstos.

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Estudios como éste son extremadamente raros y escasos. Casi todos los proyectos suelen fracasar en menos de una década, ya sea porque muchos de los colaboradores lo dejan, por problemas de financiación, o porque los investigadores pierden el interés o mueren, con lo que no queda nadie que siga haciendo girar la rueda.

Mediante una combinación de suerte y la persistencia de varias generaciones de investigadores, esta investigación ha sobrevivido.

Hoy en día solo 60 de los 724 hombres que iniciaron el estudio se encuentran con vida, la mayoría en los 90 y aun participando en el estudio. Recientemente se ha ampliado la muestra a los más de 2000 hijos de los sujetos iniciales.

Los 724 investigados pertenecían a dos grupos sociales bien diferenciados:

El primer grupo correspondía a estudiantes de segundo curso en Harvard. Todos finalizaron sus estudios durante la Segunda Guerra Mundial.

El segundo grupo correspondía a chicos de los barrios más pobres de Boston de los años 30, muchachos que fueron elegidos por pertenecer a familias desfavorecidas y en problemas. La mayoría de sus viviendas no disponían de agua caliente.

Cuando entraron en la investigación, todos los participantes pasaron varias entrevistas, y exámenes médicos. Los investigadores fueron a sus hogares y entrevistaron a sus padres.

Con los años estos niños se convirtieron en adultos y desarrollaron todas las formas de vida posibles; operarios en fábricas, abogados, albañiles, médicos, senadores incluso uno de ellos fue presidente de Los Estados Unidos (John F. Kennedy).

Algunos se convirtieron en alcohólicos, unos pocos desarrollaron esquizofrenia, algunos ascendieron en la escala social desde lo más bajo hasta la cima, mientras que algunos hicieron el viaje en la dirección opuesta.

Cada dos años, el equipo de investigación llama a los investigados y les preguntan si podemos enviarle otro lote de preguntas acerca de sus vidas. (Muchos de los hombres que crecieron en los barrios empobrecidos de Boston preguntan por qué se les continúa preguntando cuando sus vidas no tienen ningún interés. Curiosamente, los hombres que estudiaron en Harvard nunca hacen esa pregunta).

Pero para tener una idea precisa de sus vidas no es suficiente con unos simples cuestionarios. Además, se les entrevistas en sus casas, se solicitan sus historiales médicos, le siguen analíticas, tomografías cerebrales, charlas con sus familiares y amigos, se les graban interactuando con sus seres queridos y compartiendo sus preocupaciones más profundas, y cuando hace una década finalmente se les preguntó a sus mujeres si querían ellas participar también el estudio la respuesta fue “¡creo que ya iba siendo hora!” …

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¿Qué es lo que nos mantiene sanos y felices a lo largo de nuestra vida?

Si tuviéramos que predecir y definir cómo podríamos alcanzar la mejor versión de nosotros mismos en el futuro, ¿dónde y en qué pondríamos nuestro tiempo y nuestra energía?

En una reciente investigación hecha a jóvenes millennials se les preguntaba cuáles eran las metas más importantes en la vida, y más el 80% respondieron que uno de los mayores objetivos en la vida era hacerse rico. Otro 50% de esos mismos jóvenes dijeron que otro de los objetivos fundamentales era el de ser famoso.

Constantemente se nos dice que tenemos que trabajar duro y tratar de conseguir cada vez más y más cosas, como dando a entender que esas son las aspiraciones tras las que debemos orientarnos para tener una buena vida. Se nos invade con modelos con vidas “perfectas” que funcionan en la ficción pero que son casi imposibles de alcanzar en la vida real.

Casi todo lo que sabemos de la vida de los seres humanos, lo sabemos preguntando a la gente adulta que indague en su pasado. ¿Qué pasaría si pudiéramos observar vidas enteras a medida que se van desarrollando a lo largo del tiempo?, cientos de historias de personas desde que eran adolescentes hasta la tercera edad para asi ver qué es lo que los mantiene felices y con salud. Gracias «al Gran Estudio» podemos hacerlo y extraer conclusiones de un valor incalculable.

“La soledad mata tanto como el fumar o el alcoholismo” (extraído de las conclusiones del Gran Estudio).

Qué hemos aprendido de este estudio, ¿cuáles son las lecciones obtenidas de decenas de miles de páginas que se han generado de la observación minuciosa de esas vidas?

Las lecciones no van de riqueza, fama o de trabajar duro. El mensaje más claro que se puede obtener de los 75 años de estudio es este: «Las buenas relaciones sociales y afectivas con la familia, los amigos y con la comunidad, nos mantienen felices y saludables a lo largo de nuestra vida».

Hay tres grandes lecciones que se desprenden de esta premisa:

1. Mientras que las relaciones sociales son realmente buenas para nosotros, la soledad, por el contrario, nos mata lentamente. Los resultados mostraron que la gente que se mantenía socialmente activa y conectada a familia, amigos y a la comunidad, son más felices, físicamente más saludables y consecuentemente, sus vidas son más largas que las de aquellos que no tienen esas conexiones con los demás. La experiencia de la soledad, por su parte resulta ser tóxica.

2. No se trata del número de amigos que tengas o de si estás o no estás comprometido en una relación. Es la calidad de esas relaciones lo que realmente importa. Vivir en medio del conflicto es muy malo para nuestra salud. Matrimonios conflictuados o sin demasiado cariño el uno por el otro, resultan ser peor para la salud que si la relación termina en divorcio. Después de haber seguido a todos aquellos hombres hasta alcanzar los 80, se hizo un análisis retrospectivo hasta cuando cumplieron los 50 para ver si había alguna variable que nos permitiera predecir quién se convertiría en un octogenario feliz y saludable, y quién no. Cuando se analizó toda la información disponible, no fue el nivel de colesterol en sangre lo que determinó la forma en la que iban a envejecer, sino lo satisfechos que se encontraban con y en sus relaciones. La gente que estaba más satisfecha con su vida social y afectiva a los 50, fueron los más felices y saludables a la edad de 80. Las buenas relaciones parecen tener un efecto compensatorio de los deterioros relacionados con la edad y el envejecimiento.

Paradójicamente la mayoría de los participantes del estudio que más felices se sentían a los 80, los días en que sentían dolor y limitaciones físicas seguían manteniendo el buen humor y las ganas de vivir. Sin embargo, los que se encontraban en relaciones tóxicas o en soledad, los días malos se veían magnificados por el dolor y el sufrimiento emocional.

3. La tercera gran lección extraída del estudio es que las buenas relaciones no solo protegen nuestro cuerpo, sino también nuestro cerebro y nuestra mente. Resulta que cuando nos sentimos unidos de forma sólida a nuestros seres queridos, cuando sentimos que hay personas con las que podemos contar en tiempos de necesidad, esa situación tiene un efecto protector de la memoria. Por el contrario, casi todos los casos de deterioro cognitivo, demencia y pérdida prematura de la memoria, manifestaron que no tenían a nadie con el que realmente pudieran confiar su vida llegado el momento. Las relaciones beneficiosas no tienen por qué ser harmoniosas y fáciles todo el tiempo. Algunas parejas octogenarias se pasaban todo el rato pinchándose el uno al otro y discutiendo, pero en el fondo sabían que existía un vínculo entre ellos muy fuerte y que llegado el momento la devoción y el cuidado prevalecería.

Lo cierto es que esta idea de que las buenas relaciones nos ayudan a tener una vida larga y próspera, ha sido parte de la sabiduría popular desde que la humanidad existe. Entonces ¿por qué es tan fácil de entender, pero tan difícil de asimilar e interiorizarlo como una aspiración de vida?

Una explicación podría ser que a los seres humanos nos gusta que las cosas se resuelvan rápidamente y sin mucho esfuerzo. Sin embargo, si una cosa es clara es que las relaciones suelen ser caóticas y complicadas. El trabajo que requiere atender y cuidar de una familia y/o de las amistades no es algo que sea especialmente atractivo ni glamuroso, y en muchos casos requiere de una dedicación y de compromiso para toda la vida. De hecho, la mayoría de personas que en el estudio habían manifestado que eran felices y satisfechas con su vida, al llegar a su edad de jubilación habían hecho el esfuerzo de reemplazar a sus compañeros y amigos del trabajo por gente nueva que llenara ese espacio de camaradería y confianza mutua.

George Vaillant, quien dirigió el estudio durante más de tres décadas, lo resumió todo con una simple frase:

“La felicidad está en el Amor, punto y final”.

La cadena CBC más tarde apuntó:

“El Gran Estudio prueba que los Beatles tenían razón: All You Need is Love”.

Portrait of a large group of a Mixed Age people laughing and raised hands up.Isolated on white background. 

Y ahora tú, sin importar la edad que tengas, ¿qué vas a hacer para mejorar tu vida?. Hay un mundo de posibilidades ahí fuera:

Por qué no restar tiempo a las pantallas para dedicárselo a las personas de nuestro entorno. O tal vez buscando algo nuevo y sorprendente que hacer con los que amamos a fin de darle aire fresco a nuestros vínculos: caminatas, citas, viajes, o gestos y detalles cotidianos.

O contactar a familiares y/o amigos que hace una eternidad que no sabes de ellos, y tal vez dar pie a una continuidad, o solventar de una vez por todas algún malentendido y/o desencuentro que arruinó una buena relación. Las peleas y enemistades en el seno de las familias tienen consecuencias devastadoras en la salud de aquellos que guardan el rencor.

Mucha suerte y ¡buena vida!

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