Aprender a vivir dialogando con la muerte

Frank Ostaseski:

Maestro budista y referencia mundial en el campo de la atención al final de la vida. Es cofundador, profesor-guía y director del Zen Hospice Project en San Francisco. Ha dado conferencias en la Escuela de Medicina de Harvard, en la Clínica Mayo, multinacionales líderes como Google y Apple Inc., y en algunos de los principales centros espirituales de todo el mundo. En los últimos 30 años Frank ha acompañado a más de 1000 personas a través del proceso de la muerte y ha capacitado a miles de médicos y cuidadores en todo el mundo.

Es el autor, entre otros, de Las Cinco Invitaciones: Descubriendo lo que la muerte nos puede enseñar sobre vivir plenamente, que se ha publicado en los cinco continentes en diferentes idiomas, incluidos alemán, español, coreano, chino y árabe.

“La muerte no nos espera al final de un largo camino. La muerte está siempre con nosotros, en la médula de cada momento que pasa. Ella es la maestra secreta que se esconde a simple vista, ayudándonos a descubrir lo que realmente importa”.

Sin la conciencia de la muerte, damos por hecha la vida y quedamos atrapados en una espiral interminable de autogratificación. Pero cuando mantenemos a la muerte cerca de nosotros, en la punta de nuestros dedos, dejamos de agarrarnos tan fiera e intensamente a todo, a nuestras ideas, no nos lo tomamos tan en serio. Entendemos que todos navegamos en el mismo barco, lo que nos hace ser más amables entre nosotros. Una vida que no incluya a la muerte, es una vida a medias. La muerte puede ser dura, fría, cruel, trascendental… pero sobre todas las cosas, la muerte es ordinaria y normal; inevitable e íntima. Nadie sobrevivirá a la muerte.

Cinco invitaciones para estar presente en todos los aspectos de nuestra vida:

1. No esperes

La espera está llena de expectativas. Esperas que llegue un momento y te pierdes éste. Siempre pensamos que la muerte va a llegar más tarde, lo que nos da una distancia cómoda de la experiencia. Sin embargo, la vida está en constante cambio, y todo pasa y se transforma. Este momento ya está dando lugar al siguiente; dónde está el desayuno de esta mañana, dónde mi juventud, dónde la infancia de mis hijos… Cuando nos damos cuenta de que nada es permanente, que nuestra felicidad dependa de intentar gestionar las condiciones de nuestra vida, es simplemente un error y una fuente de sufrimiento. Cuando celebramos la impermanencia, una determinada gracia entra en nuestras vidas, y es cuando de verdad estamos libres para saborear la vida y vivirla intensamente. Cuando comprendemos que la impermanencia es una verdad fundamental en nuestra vida, nos volvemos más resilientes. Si aprendemos a dejarnos llevar dentro de la incertidumbre, el que las cosas y los hechos no sean fijos, se convierte en una oportunidad, no en una amenaza.

2. Dale la bienvenida a todo, no rechaces nada.

Dar la bienvenida no significa que nos tenga que gustar lo que venga, ni que estemos de acuerdo. Simplemente estar dispuestos y abiertos a ver lo que nos puede enseñar. La palabra bienvenida nos confronta y nos obliga a detener nuestra prisa por juzgar. Pero aceptación no quiere decir resignación, sino estar abierto a las posibilidades. “Lo que he aprendido con los años es que, cada vez que lucho con la realidad siempre pierdo”. “No todo a lo que hacemos frente se puede cambiar, pero no se puede cambiar nada, a lo que no le hagamos frente” – James Baldwin.

¿Qué pasaría si en lugar de salir corriendo en la dirección opuesta al dolor, al sufrimiento, nos giráramos y nos acercáramos para ver lo que tiene que enseñarnos?. La sanación siempre se encuentra dirigiéndonos hacia el sufrimiento.

Dar la bienvenida a todo y no rechazar nada no puede hacerse como un acto de voluntad, sino que solo se puede hacer como un acto de Amor.

Ser humano es mucho más que nacer, recibir una buena educación, encontrar a la pareja perfecta o la casa ideal en un buen vecindario, mientras te levantas cada mañana para hacer siempre lo mismo. Esto es una invitación para sentirlo todo, para entrar en contacto con lo raro, con lo bello y con lo horrible; con eso tan normal y ordinario que llamamos vida.

3. Pon todo tu ser en la experiencia.

Todos nos esforzamos por parecer guapos, inteligentes o que nos va bien, sin embargo, la paradoja es que aquellas partes o aspectos de nosotros que menos nos gustan y que aborrecemos se convierten en un lugar de encuentro para aquellos a los que servimos. Me permiten encontrarme con otro ser humano desde la compasión y no desde la pena o el miedo. Si trasladamos esta experiencia al ámbito sanitario, pensamos que es nuestra experiencia y conocimientos y herramientas lo que nos permite ayudar a otros, y está bien, pero no podemos poner esa caja de herramientas obstaculizando la experiencia de encuentro entre yo y las personas a las que atiendo. No son las herramientas las que me guían en esa experiencia, sino mi humanidad, lo que nos permite crear un puente de empatía con la experiencia de la otra persona. Para hacer eso tenemos que aceptarnos tal y como somos. Cuando hablamos de aportar tono nuestro ser no nos referimos a la perfección, sino que nada de lo que somos sobra, todo importa.

4. Encuentra un lugar de descanso en medio de la tempestad (acontecimientos).

Creemos que descansaremos cuando lleguen las vacaciones o cuando cumpla con todas mis obligaciones y objetivos de la lista. Pero si esperamos a cumplir con todo para descansar tendremos problemas. Casi todos nosotros vivimos muy ocupados y probablemente así sea, pero también importa la forma en la que pensamos sobre eso.

El espacio entre el estímulo y respuesta, es donde ocurren los milagros. Hace algunos años me encontraba acompañando las últimas horas de una señora que tenía un temperamento muy fuerte. Recuerdo que las enfermeras que le acompañaban se esforzaban en ayudarle lo mejor que sabían en esos momentos complicados, pero la señora solo decía improperios y duras palabras. Yo me mantenía en silencio en un rincón de la habitación. Finalmente decidí acercarme cuando noté claramente que la señora estaba luchando lo indecible para poder respirar, y le pregunté;

– ¿Te gustaría que te ayudara un poco a aliviar ese esfuerzo tan grande que estás haciendo?, a lo que me respondió que sí. Yo continué diciendo:

– He notado que entre inhalación y exhalación haces una pequeña pausa. Me gustaría que pusieras toda tu atención en esa pausa.

La señora comenzó a hacer este sencillo ejercicio y poco a poco se fue calmando. Al cabo de unos minutos falleció.

No hace falta morirnos para descansar en paz.

5. Cultiva la mente del «no saber»

El Zen siempre nos anima a salir de nuestra mente cognitiva. No se trata de cultivar la ignorancia, ya que tristemente la ignorancia no es lo mismo que no saber. Lo que significa realmente la ignorancia es que sabemos algo pero lo que sabemos está equivocado, y además insistimos en ello. La mente que no sabe representa algo totalmente diferente y va mucho más allá del saber o del no saber. Se caracteriza por la curiosidad, por el asombro y la sorpresa constante. Es una mente receptiva y abierta a recibir lo que encuentre en el camino, libre para descubrir. Cuando llenamos nuestra mente con conceptos e ideas, eso nos estrecha la visión y nos impide ver la totalidad. “Todo dogma es una prisión”. Así que la mente del que no sabe es una invitación es una invitación a mirar la vida con ojos nuevos, a vaciar la mente y abrir el corazón.

“Cuando la verdad entra en la casa, todos sus inquilinos se relajan”

“Conocer lo sagrado no tiene que ver con ver cosas nuevas, sino en verlas de una manera nueva”, Lo sagrado no es algo diferente o aparte de las cosas, sino que se encuentra oculto en todo lo que nos rodea, y la experiencia cercana a la muerte es una oportunidad para descubrir lo que está oculto”.

El morirse es un proceso que nos va desnudando, despojando de todo. Todos los roles que nos atribuimos se van cayendo, con gracia o sin ella, hasta llegar a algo esencial, algo que habíamos sido siempre que no habíamos reconocido, nos rendimos para acercamos a algo que ya conocíamos, y al hacernos más íntimos con eso que es familiar, la experiencia nos transforma, nos reconstruye y nos hace tener un punto de vista totalmente diferente.

Para ver la conferencia completa

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